En la Universidad de Pittsburgh se realiza un estudio que busca que miembros artificiales sean controlados por el pensamiento con la finalidad de dar más independencia a personas paralíticas. Se dice que a cada intención corresponde una tensión, o sea, que cuando uno piensa en un movimiento, lo ejecuta aunque sea de manera casi imperceptible. Tim Hemmes, que está paralítico, pone en práctica ese principio haciendo mover un brazo robot junto a su silla de ruedas con el pensamiento, aunque sea a velocidad de cámara lenta.