El satélite mexicano de comunicaciones Centenario se desintegró este sábado en la atmósfera horas después de su lanzamiento desde el cosmódromo de Baikonur, Kazajistán, informó la agencia espacial rusa, Roscosmos.
"El accidente ocurrió a una altura de 161 kilómetros. La tercera etapa del bloque propulsor y el aparato espacial se han desintegrado casi completamente en la atmósfera", señaló la agencia en un comunicado. "Por el momento, no hemos registrado la caída de los fragmentos que no se hayan quemado", agregó la fuente.
La dependencia indicó en un comunicado que el Centenario contaba con seguros comerciales de cobertura amplia que amparan al 100% la inversión realizada por el Estado mexicano en la fabricación y el lanzamiento, medida preventiva contenida en el programa satelital Mexsat.
Ruiz Esparza dijo que México debe afrontar el riesgo que implica acceder a los servicios que ofrece la era espacial y llevarlos a zonas remotas. "Tenemos que aprender a convivir con los riesgos que no son extraños en esta industria", dijo el sábado por la mañana en conferencia de prensa. Fernando de la Peña Llaca, presidente de la Agencia Espacial Mexicana (AEM) dijo en entrevista radiofónica con Grupo Imagen que fue un "error" el haber contratado a la empresa rusa por los antecedentes de accidentes que tiene. “En este nuevo gobierno les advertimos que era un riesgo, que era muy fácil que pudiera suceder un accidente porque es un cohete muy viejo que actualizaron y ha tenido una historia de fallos impresionante. Desafortunadamente no quisieron cambiar la dinámica con la compañía lanzadora, estaban confiados en que había un seguro pero ahorita la pérdida es impresionante porque se van a tardar en que esta empresa vuelva a lanzar un año”, señaló De la Peña.
El titular de la AEM indicó que este fallo deja desprotegido a México en funciones de inteligencia y seguridad nacional para los que estaba destinado el satélite.
El lanzamiento del Centenario estaba previsto en un primer momento para el pasado 29 de abril, pero fue pospuesto. El satélite mexicano tenía una vida útil de 15 años, una antena de 26 metros de diámetro y debía estar en pleno funcionamiento unos 10 meses después de ser lanzado.