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Rastreo electrónico

Fecha de publicacíon: 
Lun, 2011-11-14

La identificación por radiofrecuencia (RFID) es incipiente en la industria, pero pronto será una tecnología cotidiana.  Imagine que tras completar sus compras ya no tiene que hacer largas filas en el cajero: a la salida del supermercado una señal de radio “barre” al mismo tiempo los productos amontonados en el carrito y registra el monto del adeudo, que será cargado a su cuenta o tarjeta. Otro día acude a su trabajo y las puertas de acceso se abren en forma automática cuando un sistema lo identifica como empleado, ya sea en el estacionamiento o en la recepción; una base de datos mantiene el registro actualizado de sus entradas, salidas y retrasos. Este escenario será parte de la vida cotidiana dentro de unos cuantos años, cuando los sistemas de identificación por radiofrecuencia (RFID en inglés, que ya tienen usos marginales, como el pago de peaje automático en autopistas) se generalice, según anticipan científicos e ingenieros especialistas. “La tecnología RFID ya tiene muchos años, pero debido al alto costo de los receptores casi no se utilizaba; ahora ha ido bajando”, explica Jorge Cortés Galicia, de la Escuela Superior de Cómputo (ESCOM) del IPN. Este sistema opera de manera similar a un radar, con la emisión y recepción de señales de radio que “rebotan” en un tag con información. Además, dice el investigador politécnico y profesor de ingeniería en sistemas computacionales, la frecuencia con la cual opera la RFID (alrededor de los 2 gigahertz) no interfiere con otros dispositivos electrónicos y permite un manejo más seguro en comparación con otros sistemas, como los códigos de barras. Las aplicacionesA diferencia de los códigos de barras, que requieren una etiqueta sin manchas o borraduras, la RFID permite una identificación mucho más veloz y eficiente, pues decodifica la información de muchas fuentes al mismo tiempo e incluso a decenas de metros, sin necesidad de colocar la etiqueta en “línea” con el lector. Las etiquetas o tags RFID almacenan hasta 3 veces más información que un código de barras y pueden leerse aun cuando estén dentro de una caja de cartón, plástico u otro contenedor. En países desarrollados como EU su empleo es ya común en la localización de autos, animales, en los registros financieros e inventarios de compañías. En México el uso es aún incipiente por parte de algunas compañías; por ejemplo, para el rastreo y localización de autos o el pago automático de peaje en autopistas. “En realidad casi no se tiene tecnología nacional RFID en desarrollo; la mayoría se basa en componentes comprados en el extranjero, sobre todo a EU”, aclara el profesor Cortés. Sin embargo, dado que las tags pueden colocarse en teléfonos, libros, computadoras, antenas, tarjetas de identificación y muchos otros objetos cotidianos, se prevé que su empleo se generalice en el país a medida que los costos de producción sigan descendiendo. A la fecha el costo de un traspondedor o tag oscila entre 5 y 50 e incluso 100 dólares (según el modelo y si tiene su propia fuente de energía o no). Son fabricados sobre soportes de silicio; pero en el futuro cercano se espera el empleo abundante de nanomateriales o películas plásticas muy baratos. También en MéxicoEn México, un grupo de investigadores del IPN liderado por el doctor Cortés prueba la aplicación de sistemas RFID para la identificación de vehículos automotores a la entrada y salida a una zona de estacionamiento de aproximadamente 320 mil metros cuadrados. El área se localiza en las instalaciones de Zacatenco (DF) del IPN, enmedio de tres unidades académicas: (la ESCOM, el Centro de Investigación en Computación y el Centro de Innovación y Desarrollo Tecnológico en Cómputo). “Básicamente tenemos tres antenas receptoras RFID con las que estamos monitoreando la entrada y salida de automóviles. Podemos también hacer un seguimiento y determinar la ubicación exacta de cada vehículo a través de un sistema computacional”, dice Cortés. El académico del IPN considera que este proyecto (para el que desarrollaron todos los componentes) avanza, pero reconoce que una de sus limitaciones es la poca distancia que puede cubrirse, pues el rango que cubre cada una de las antenas va de 150 a 300 metros. En este trabajo, denominado Trisquel y que ya cuenta con su propia base de datos, participan también las alumnas Yazmín Elizabet Patiño Gómez, Tania María Beciez Cambray, así como el profesor Antonio Gustavo Juárez Gracia, todos de la ESCOM.

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